Pedaleando

“Pedalear es volver a la infancia, es como volar” (La bicicleta; Sigfrid Monleón)

Cuando cumplí cinco años, hace ya 27, mi padre me regaló una bicicleta; una Torrot azul. Si no me falla la memoria, costó unos 10000 pesetas. Mi padre siempre se burla de mi por el follón que le di para que me la comprara. Yo no recuerdo tal tortura psicológica, pero si me acuerdo la tienda dónde la compramos. Creo que aún existe, aunque no sé si será la misma de entonces. Se encontraba pasando el mítico Dum Dum, enfrente de las Jesuitinas. Un largo camino que hicimos de vuelta a casa con las dos ruedas complementarias a modo de ayuda.
Y así fue como poco a poco fui aprendiendo a subir en bici; primero con las ruedas de apoyo, luego tras retirarlas, mi padre me controlaba desde el sillín hasta que por fin pude mantener el equilibrio a dos ruedas. Posteriormente, como todo niño ilicitano, vendrían las tardes y domingos por la mañana en el Parque de Tráfico donde aprendería además de conducir, las normas de educación vial “Sé prudente y te ahorrarás un accidente” .

Conforme iba creciendo, iba cambiando de bici en proporción a mi estatura. Hasta que llegaría el instituto. Entonces me hice con una de la que era inseparable. Recuerdo todos los días de verano yendo y viniendo a la playa para tomar un baño. 1500 kilómetros a golpe de pedal en tres meses. Un día en clase de ciencias naturales participamos en un concurso sobre la protección del medio ambiente. Se trataba de hacer un dibujo y un lema que concienciara a los adolescentes y a los adultos de la época para proteger el entorno. Mi elección fue clara “Si vas en bicicleta la terra estarà neta (limpia)”. Y allí planté el dibujo una bicicleta. Estoy seguro que no ganaríamos por mi dibujo, pero el conjunto de la clase obtuvimos como premio un viaje para conocer la Albufera de Valencia. Todo fue muy idílico hasta que nos la robaron. Entonces me llené de ira y pena, y a pesar de regalarnos otra, ya nada era lo mismo. La utilicé de modo ocasional pese a no utilizar ningún medio de transporte alternativo que no fuera mis piernas.

Actualmente, desde hace unos meses he vuelto a tomar el hábito ciclista. De modo que voy al trabajo, a mis estudios y a cualquier destino que me lo permita mi bici prestada. Sí, sé que soy un suicida en estos tiempos que corren, pero si te gusta no lo puedes evitar.

Hoy cumplo 32 y no he tenido una bici como regalo, aunque pronto tendré una nueva pues es una necesidad, pero ya de buena mañana lo he celebrado participando en una marcha ciclista dentro de la programación de la “semana europea de la movilidad” para reivindicar nuestro espacio dentro de la ciudad, en la que también tenemos cabida. De igual manera el próximo viernes, como cada fin de mes, acudiré a la bicifestació por las calles de esta ciudad demandando más espacios y mayor seguridad para un transporte que además de ser sano es ecológico.