Nos enseñan a hablar, a caminar, a sonreír. Nos enseñan a lavarnos los dientes, a comer con cubiertos, y a resolver las cuatro operaciones. Nos enseñan a vestirnos y a usar fórmulas de cortesía. Nos obligan a saltar, a correr, a bailar, a jugar a la pelota. Cada uno de nosotros tiene sus habilidades y aptitudes propias. Nos aplauden o nos castigan, por lo general en forma arbitraria y cruel. Y sin embargo, vaya a saber por qué (pero sólo esa ilusión nos permite sobrevivir sobre la arena de la pista) todos creemos ser espectadores, nada sabemos del público que nos mira divertido.
Este circo - Ana María Shua
1 comentario:
Tiene mucha razón.
Publicar un comentario