
Alrededor de la aureola que nos envuelve siempre existen miles de realidades imperceptibles a nuestra vista, gusto, olfato, tacto y oido. Impacientes esperan ansiosas que captemos la señal de su llamada. Desafortunadamente, la inmensa mayoría de ellas las dejamos pasar inconscientemente, como quien deja pasar el tiempo, escurrir la arena de la playa entre los dedos, o dejar marchar el tren oportuno.
Por suerte, una de las cosas positivas que puedo evaluar de mi estancia en la escuela de idiomas, ha sido la facultad de captar diminutos resquicios de estos soplidos que nos trasladan otro mundo mágico lleno de ilusión. Por supuesto, necesité un buen empujón para toparme de bruces con ellos.
Primero fue la bella y preciosa Carla Bruni. Su "Quelqu'un m'a dit" sería capaz de reavivar permanentemente la primavera en el jardín del más egoista de los gigantes nunca conocido. El murmullo de un silbido se coló en forma de espiral por mi pabellón auditivo disfrazado de melodía desconocida; Rosenstolz, procediendo de lenguas tan toscas, con su "Lass es Liebe sein" es capaz de recorrer los sentimientos que transitan por el camino que lleva hasta el motor de mi organismo. Finalmente, fue en la tienda de la esquina, esa donde compro aquellas cosas que siempre se me olvidan, y que nunca cierra los domingos, mientras le pedía una pizca de sueños, observé como "El Señor Ibrahim seguía regando sus flores del Corán", de las cuales crecerían jardínes impregnados de tolerancia en forma de flores de todos los lugares y colores.
Ese ha sido mi último descubrimiento. Una bonita historia llena de ternura, tolerancia y multiculturalidad. Espero que a partir de ahora mis sentidos se encuentren lo suficientemente astutos para poder desnudar esas millones de alegrías que nos hacen guiños a cada momento para que captemos su permanente presencia. Que torpes somos para no verlas.
Al menos algo positivo saqué de la Escuela...