domingo, octubre 30, 2005

Llamada



Llamada. Manuel Vicent. Diario El País 8-12-2002

No había nadie en el bar salvo ellos dos, una pareja de adolescentes sentados frente a frente, bebiendo inocentes refrescos de naranja. En la mesa, entre los vasos, habían dejado abiertos los teléfonos móviles, que sonaban a veces y entonces él o ella se ponía a charlar alegremente con un ser ajeno e invisible mientras el otro se quedaba hierático. El chico estaba muy enamorado de la chica, pero era incapaz de manifestarle su pasión. Sólo se atrevía a mirarla con intensidad a los ojos y ella ya había captado las turbulencias del corazón de su amigo y también le amaba, pero no podía ayudarle en nada, debido a su extremada timidez. Hablaban de cosas anodinas, sin comprometerse en absoluto. Las palabras iban del uno al otro directamente a través de la vibración del aire sobre el mármol de la mesa. El chico necesitaba declararle su amor y la chica esperaba que lo hiciera ya de una vez, un sueño imposible, porque entre ellos había un barrera psicológica insalvable. Cualquier gesto o inflexión de voz, al estar sus rostros tan cerca, podía delatar un sentimiento íntimo y eso les llenaba de terror.

Había media luz en el bar, el hilo musical vertía una melodía propicia y los labios de los enamorados permanecían a una mínima distacia infranqueable. El corazón de los adolescentes de hoy tiene un compartimento más. Se compone de dos ventrículos, de dos aurículas y de un teléfono móvil, que también bombea sangre.

De pronto, este joven tímido y enamorado tuvo una inspiración. Usó el móvil para hablar con la chica que ténía delante sin dejar de mirarla profundamente a los ojos. Cuando sonó la llamada la chica descolgó.La pareja comenzó a hablarse de forma descarnada como si fueran invisibles. Ninguno de los dos ignoraba que a través de los móviles su voz su convertía en ondas elctromagnéticas, viajaba al espacio sideral y luego volvía para penetrar en el cerebro del otro. Brutalmente desinhibido, el chico le dijo que la amaba. La chica le contestó que todas las noches soñaba con él pero sus expresiones de amor sin amarras tenían dos vehículos: una voz recorría el aire sobre la mesa del bar por medio de la vibración natural y sonaba terriblemente vulgar; la otra bajaba desde un satélite de la estratosfera cargada de libertad e imaginación. "Te amo, te amo", le decía el chico. "Oigo dos voces a la vez, ¿a cuál de ellas debo creer?", pregunto ella. El chico le dijo que creyera en el amor que a través de las ondas magnéticas le llegaba por la sangre hasta el corazón.

"Todos los días viéndose el uno al otro y al final...no se dirán nada."

El hombre invisible


"Aquí vuelve el nota, el nota del mechón blanco, el primo de Lobo López, el amanuense del marinero Joselito, el catalán más sevillano: Jose María López Sanfeliu....Kiko ha vuelto, pero Kiko con su mente acerada te responde que de eso nada, que no vuelve pues nunca se ha ido. Lógica aplastante, en lo que llevamos de siglo XXI ha hecho centenares de actuaciones y que ha compuesto, grabado y producido
....
Kiko sabe de esgrima verbal, lanza estocadas y renuncia a clavar. Que no pero que sí. Acepta que se proclama “El Hombre Invisible” supone cierta reconciliación con la industria discográfica tras la ruptura que siguió a “La familia pollo” (2000). Después de cinco años hay nuevo trabajo de Kiko Veneno en las tiendas (cruza los dedos), en las radios y no, mejor no hablar de las televisiones. "Extraido de su página web www.kikoveneno.net

Desde hace ya un mes tenemos el esperado regreso del mechón más famoso de la península, sólo por un mechón así merecía la pena escucharle. Aunque los años pasan para todos y Kiko se ha convertido en un único mechón. El hombre Invisible, una autoproducción después de romper con su compañía (ver manifiesto liberacion http://www.kikoveneno.net/srincon.htm ) cuya venta en internet parece que funciona bastante bien.

Este camaleónico personaje, licenciado en filología, se marchó a California donde conoció a un gitano que daba recitales y clases de guitarra. Cuando regresó a España lo visitó en su pueblo y de aquella velada surgió su unión definitiva con el flamenco.
Luego vino Veneno, el grupo con los hermanos Amador e inclusó se atrevió a ser Frankestein en aquella fábrica o trampolín de grandes artistas llamada bola de cristal. Finalmente editó sus discos en solitario hasta llegar a el hombre invisible.

En este último trabajo han participado autores de la talla de Pau Donés, Jorge Drexler, Raimundo Amador, Alba Molina...y se trata de un disco bastante pegadizo con grandes temas como Contigo, Bilonguis, Ella no es la misma...son canciones muy buenas en la línea de Kiko aunque también se intuyen sonidos más rockeros.


Y que todo empezara en un viaje...

A disfrutarlo.

“Musho beti, eh”

Saludos Venenosos!

viernes, octubre 28, 2005

De aquí a la luna y volver
















Cuenta la leyenda que hace muchos años antes de la existencia de los humanos en nuestro planeta, vivían en un rincón de la selva africana un elefante y un ratón. Desde que ambos se conocieron y a pesar de sus diferencias físicas, ambos formaban una pareja perfecta. Ya saben que en la variedad se encuentra el gusto.

Una tarde mientras se encontraban paseando por la selva, bajo el respirar de los árboles y el susurro de las aves, seguían demostrándose las muestras de afecto mutuo. Ambos se disputaban por demostrar quién era capaz de ofrecer un amor más grande y profundo por el otro:

- Elefante, te quiero mucho. Afirmó el ratón
- ¿Cuánto me quieres? ¿A ver cómo de grande? Le preguntó el elefante.
- Te quiero desde aquí en la tierra donde estoy hasta encima de tu cabeza.
- Uum, cuanto me quieres – se sonrojó el elefante- Pues yo te quiero desde donde estás - En esos momentos el elefante cogió al ratón con la trompa, lo levantó hasta colocarlo sobre su cabeza –hasta aquí arriba.

El elefante había superado el amor inicial que el ratón le había mostrado. Pero el reto no acabó ahí. Cuentan las aves nocturnas de la selva que estuvieron la noche entera demostrándose quien quería más a quien. Y así pasaron días y ellos continuaban pues era tanto y tan grande el amor que sentían.

- Ratoncito, pues yo te quiero desde donde tú estás hasta la luna.

El corazón del ratoncito sentía uno de esos intensos gusanillos por todo aquello que le había dicho el elefante. No cabía de gozo ante tanta muestra de cariño. Pero a su vez tenía una profunda preocupación, pues no sabía como superar aquella muestra de afecto de su amado. Tras varios días sin descansar y mientras la cabeza del ratoncito le daba vueltas a como superar ese deseo, ambos cayeron rendidos y se durmieron entre la maleza.

A la mañana siguiente, con el despuntar de los primeros rayos de sol, unido al canto de las aves y el movimiento de los animales, el elefante despertó. Miró a su alrededor y buscó al ratoncito, pero éste había desaparecido. Tras buscar en todos los lugares y preguntar al resto de animales, ninguno sabía dónde había ido a parar. Le ayudaron. Los monos y tucanes buscaron en los árboles. Los avestruces bajo tierra. Leones y tigres recorrieron rápidamente cientos de kilómetros a la redonda. Los cocodrilos y los peces surcaron el agua. Pero el ratoncito no aparecía. Y así pasaron días y noches y el elefante estaba muy triste. Pensaba qué era lo que podía haber pasado. Llegó a la conclusión que quizás había ido muy lejos en su muestra de amor...ya se sabe el amor es muy caprichoso. Le gusta ser travieso y jugar, y no le gusta sentirse atrapado desde el primer momento. Al menos para algunos. Y eso es lo que pensaba la cabeza del elefante, que el ratón se había asustado.

Pasaron muchos días y más noches. El elefante se encontraba al borde de la desesperación. En una de esas noches despejadas en las que el cielo se encontraba cubierto de estrellas, el elefante andaba sin sentido de un lado para otro, sin brújula que lo guiara no sabía donde se encontraba ni que fecha era. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su cabeza ida. Cada animal que veía le parecía tener la misma silueta del ratoncito, e iba detrás de él con el corazón encerrado entre sus huesos, pero pronto se daba cuenta de que no era y el mundo se volvía a derrumbar a sus pies. Y buscó en todos los rincones de la selva, hasta que un día se dio por vencido.

De repente escuchó un susurro a lo lejos, parecía ser la música del viento al jugar con la naturaleza.

- Elefante, elefante!!

El elefante no acababa de reconocer con claridad que era el rumor que escuchaba, procedía desde una distancia muy lejana.

- Elefante elefante!

Ahora ya empezaba a reconocer esa voz familiar. Pensaba que era producto de su locura hasta que se cercioró. Le temblaba todo: las piernas, orejas, corazón, pero todavía no lo veía. Miró hacia al sur, le pareció encontrarlo en el este, lo buscó en el norte, mientras se revolvía al oeste, pero no lo veía.

- Elefante estoy aquí!

Entonces el elefante alzó la cabeza al cielo y pudo ver al como el ratoncito le saludaba..

- Elefante, te quiero desde la luna a la tierra!.

El elefante se debatía en lágrimas, pero su corazón era capaz de hacer burbujas de todos los colores, tal era su emoción que apenas pudo encadenar sus siguientes palabras.

- Ratoncito, y yo de aquí a la luna y volver.

Cuenta la leyenda que el elefante desplegó sus orejas y fue a buscar al ratoncito. Dicen los científicos que la luna está formada por cráteres y que cambia según su movimiento alrededor de la tierra...pero todo esto es ciencia y es cosa de científcos. La luna no es sino un gran queso cuyos agujeritos son sino los distintos caminos y habitaciones del paraíso creado por el ratón donde ahora viven los enamorados. Si la luna cambia de figura, es porque nuestros amigos han salido a pasear, y el elefante cubre con su cuerpo la luz que esta transmite.
Cuentan las amigas estrellas, que en esos paseos, todavía nuestra pareja de enamorados siguen apostando por ver quien demuestra un amor más grande por el otro.


Con el permiso de Jessica y las niñas canarias, resumen onírico-mental de una noche de julio a la luz de la hoguera de 2003 y una noche de verano sin sueño de 2005. Bruixot 2005.


“ I would fly to the moon and back if you’ll be…, if you’ll be my baby…” Savage Garden

Carolina



Quien pueda asegurar que no se ha enamorado nunca al encontrarse de bruces con una vecin@ suy@, es decir de cualquier ciudadan@ que reside en su mismo municipio, está mintiendo.
Hay momentos en la vida de uno, en los que te planteas que ha llegado la hora de tomar ciertas decisiones. Sí, que va siendo hora de sentar la cabeza y por ello realizar los a priori llamados cambios drásticos, para pasar de adolescente perpétuo a adulto, pero que finalmente, te sigues siendo el mismo niño que eres.
Hacía tiempo que me rondaba ya la idea por la cabeza, y por momentos llegaba a convertirse en obsesión. Ya se sabe, las ceremonias tienen mucho que ver con ello, son caldo de cultivo para el desarrollo de todo ese germen de preguntas; que si la familia, los amigos, las informadoras, las mujeres adultas, bien para interés de sus retoñas o quien sabe si con la misma excusa por el suyo propio “pues a ver cuando te decides, será porque no quieres”.

Aquella tarde me encontraba desorientado, mis piernas me llevaban sin rumbo fijo, intentando conciliarme con mis paisanos, o quien sabe si iría a comprar, al trabajo, a cualquier actividad lúdica, incluso a otro planeta, quizás a Marte, quizás aMarte para siempre. Son cosas que pasan, casualidades. Al doblar una esquina me crucé con ella o ella se cruzó conmigo. Despeinada, con ese aire rebelde que tanto me gustaba y que le daba un aspecto muy atractivo. Desde ese momento supe que era un flechazo en toda regla. Un visto y no visto. No por mi parte. No pude evitar volver la cabeza y ver como su silueta era devorada por la distancia mientras nos alejábamos. A ella no le debí importar, como siempre, al menos fue lo que me demostró en aquel instante. Era un ciudadano más, un ser cotidiano del que no percibes su presencia.

Está claro que el escrutinio de la primera mirada no llegó al quórum deseado. Esto no iba a quedar ahí. No me rendiría tan pronto y si quería captar su atención o captarla a ella tendría que luchar duro. Como son las mujeres!

Poco a poco y sin ningún dato ni señal, fui dando figura a ese ser. Me inventé un nombre, cifras, olores, gustos... Cuando uno se enamora hace muchas tonterías y se pone a investigar sobre esa persona amada. Consultas a tus amistades para ver si la conocen, te arrimas a quien no saludabas, intentas averiguar el teléfono por las guías, sin ni siquiera saber como se llama, cambian tus gustos musicales, sociales, definitivamente todo que os voy a contar. Todo hasta lograr esa ansiada primera cita.

El caso es que conseguí su teléfono por algún modo poco ortodoxo. Incluso su nombre: Carolina, así se llamaba ella. Por fin logré concertar un encuentro con ella, bueno encuentro, simplemente me moví por su círculo de actuación.
Con el paso del tiempo se había convertido en una mujer más madura. Calzaba unos tacones que resaltaban su grandeza y podía minimizarme en cualquier momento desde lo alto de su silueta. Con voz tímida aproveché para preguntarle la hora: "Las cuatro y diez" respondió ella. Espontáneamente le dije si sabía dónde se repartían los sueños. Debió tomarme por un poco loco pero el caso es que sonrío, aunque ella siguió su camino. Desapareció.

Desde entonces sigo teniendo encuentros pasajeros, segundos en los que el corazón da un vuelco y tu cara ofrece la mejor de tus sonrisas. Cierro los ojos y recuerdo esa instantánea. En esos encuentros le susurro si alguna vez ha probado un sueño, que existe un lugar en el mundo en el que las sábanas son algodón de azúcar, las almohadas son de plastilina mientras los colchones tío vivo de feria. “Ya está el chico de los sueños” menciona cuando me ve...y en el fondo tiene razón a mi me gustaría ser su repartidor de sueños y cada noche dejarle una carta bajo la almohada en la que estuviera llena de imágenes, utopías, sonrisas, paisajes y besos.

Pero ya se sabe que todo es difícil de conseguir, y si mi timidez lo permite, no cesaré en el empeño. El que no la sigue no la consigue. Seguiré haciendo esfuerzos sobrehumanos para conseguirte, pasándolo mal, pues así me tratas, pero estoy seguro que en dos años, Carolina serás mía.

lunes, octubre 24, 2005

Lo profundo


"Lo profundo"

John Blanchard se levantó de la banca, alisó su uniforme de marino y estudió a la muchedumbre que hormigueaba en la Grand Central Station. Buscaba a la chica cuyo corazón conocía, pero cuya cara no había visto jamás, la chica con una rosa en su solapa. Su interés en ella había empezado trece meses antes en una biblioteca de Florida. Al tomar un libro de un estante, se sintió intrigado, no por las palabras del libro, sino por las notas escritas en lápiz en el margen. La suave letra reflejaba un alma pensativa y una mente lúcida. En la primera página del libro, descubrió el nombre de la antigua propietaria del libro, Miss Hollis Maynell. Invirtiendo tiempo y esfuerzo, consiguió su dirección. Ella vivía en la ciudad de Nueva York. Le escribió una carta presentándose e invitándola a cartearse. Al día siguiente, sin embargo, fue embarcado a ultramar para servir en la Segunda Guerra Mundial. Durante el año y el mes que siguieron, ambos llegaron a conocerse a través de su correspondencia. Cada carta era una semilla que caía en un corazón fértil; un romance comenzaba a nacer. Blanchard le pidió una fotografía, pero ella se rehusó. Ella pensaba que si el realmente estaba interesado en ella, su apariencia no debía importar. Cuando finalmente llegó el día en que el debía regresar de Europa, ambos fijaron su primera cita a las siete de la noche, en la Grand Central Station de Nueva York. Ella escribió: "Me reconocerás por la rosa roja que llevaré puesta en la solapa". Así que a las siete en punto, el estaba en la estación, buscando a la chica cuyo corazón amaba, pero cuya cara desconocía. Dejaré que Mr. Blanchard relate lo que sucedió después: "Una joven venía hacia mí, y su figura era larga y delgada. Su cabello rubio caía hacia atrás en rizos sobre sus delicadas orejas; sus ojos eran tan azules como flores. Sus labios y su barbilla tenían una firmeza amable y, enfundada en su traje verde claro, era como la primavera encarnada. Comencé a caminar hacia ella, olvidando por completo que debía buscar una rosa roja en su solapa. Al acercarme, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios. '¿Vas en esa dirección, marinero?' murmuró. Casi incontrolablemente, dí un paso para seguirla y en ese momento vi a Hollis Maynell. Estaba parada casi detrás de la chica. Era una mujer de más de cuarenta años, con cabello entrecano que asomaba bajo un sombrero gastado. Era bastante llenita y sus pies, anchos como sus tobillos, lucían unos zapatos de tacón bajo. La chica del traje verde se alejaba rápidamente. Me sentí como partido en dos, tan vivo era mi deseo de seguirla y, sin embargo, tan profundo era mi anhelo por conocer a la mujer cuyo espíritu me había acompañado tan sinceramente y que se confundía con el mío. Y ahí estaba ella. Su faz pálida y regordeta era dulce e inteligente, y sus ojos grises tenían un destello cálido y amable. No dudé más. Mis dedos afianzaron la gastada cubierta de piel azul del pequeño volumen que haría que ella me identificara. Esto no sería amor, pero sería algo precioso, algo quizás aun mejor que el amor: una amistad por la cual yo estaba y debía estar siempre agradecido. Me cuadré, saludé y le extendí el libro a la mujer, a pesar de que sentía que, al hablar, me ahogaba la amargura de mi desencanto. 'Soy el teniente John Blanchard, y usted debe ser Miss Maynell. Estoy muy contento de que pudiera usted acudir a nuestra cita. ¿Puedo invitarla a cenar?' La cara de la mujer se ensanchó con una sonrisa tolerante. 'No sé de que se trata todo esto, muchacho' respondió, 'pero la senorita del traje verde que acaba de pasar me suplicó que pusiera esta rosa en la solapa de mi abrigo. Y me pidió que si usted me invitaba a cenar, por favor le dijera que ella lo está esperando en el restaurante que está cruzando la calle. Dijo que era algo así como una prueba!'" No es difícil entender y admirar la sabiduría de Miss Maynell. La verdadera naturaleza del corazón se descubre en su respuesta a lo que no es atractivo.


Esta bonita historia me la envió una amiga argentina, en la que se demuestra que la apariencia no es todo.

Abloggeraje


Después de ciertas dudas e indecisiones, al fin me decido a realizar este abloggeraje de lleno y poder en cierto modo compartir con toda persona que lo deseé aquellos retales que pasan por esta cabeza, así como las ideas "prestadas" del resto de actores que forman parte de mi vida.

Espero que la idea no sea motivo de aburrimiento, ni que la NASA tenga que venir a mi rescate, mientras tanto, nos encontramos a través de éstas, nuestras líneas.
Hasta pronto!