miércoles, noviembre 21, 2007

Sueños de un hombre despierto


pero sucede también
sin saber cómo ni cuándo
algo te eriza la piel
y te rescata del naufragio
Sucede que a veces - Ismael Serrano

Vengo del enésimo concierto, me faltan dedos, del familiar y amigo Ismael Serrano.
El fondo del mar en un atardecer cualquiera refleja la vida de todo ser humano que empujado por la marea de las olas, se va acercando y alejando a las distintas utopías, luchas, amores, amistades de esta vida. Ese mismo mar surcado por cuatro grumetes, siguiendo la luz del faro me ha vuelto a acercar a él y a rescatarme del naufragio.

Desconozco si fue la distancia del último encuentro, las circunstancias, o el gran espectáculo siendo uno de sus mejores conciertos, que ha sido el primero en el que ha conseguido ponerme la piel de gallina de principio a fin. Un Ismael que vuelve a su esencia, al acústico acompañado por tres marineros, consiguiendo un sonido más próximo y nítido. Asumiendo más riesgos con la guitarra, incluso atreviéndose con el bajo. Cambiado físicamente, muy delgado, pero con muchas tablas en el escenario, y unos monólogos más elaborados acompañados de una chispa de espontaneidad y de la perenne actualidad crítica.

Presentó sus temas nuevos, a mi juicio he de reconocer que el disco nuevo es mucho mejor que el anterior, me gusta, aunque queda lejos de atrapados o la memoria, que guardaban la magia del inicio. También repasó la mayoría de sus éxitos. Muchos se quedaron fuera, ya son 10 años de música y muchas canciones por cantar en tan poco tiempo. Aún así pese a faltar "tierna y dulce historia de amor" o "amo tanto a la vida", en esta ocasión nos regaló "tantas cosas".
Soñando, con una sensación de plenitud, de alegría, con ganas de compartir sentimientos y magia llegué a casa.

Grande Ismael! Gracias!

Tantas tantas cosas seguirán pasando, que quizás las cosas no nos cambien tanto...

Foto, sueños de un hombre despierto, Paraninfo de la UA, 20 de noviembre 2007. bruixot

domingo, noviembre 18, 2007

ma armastan sind


Poder desperezarte en un extremo del globo terráqueo y horas más tarde, sin pasar por la casilla de salida correspondiente, acostarte en la parte opuesta de la esfera mundial, sólo puede ocurrir en un mundo tan grande y minúsculo a la vez donde todo se encuentra al alcance de la mano.

En esas estaba yo, y sin lugar a dudas fue un contraste enorme dejar la Toronto cosmopolita, dinámica, activa para adentrarme en la Estonia tranquila, silenciosa y verde.
El país báltico es un remanso de paz en el que en cada milímetro se dibuja un retazo de armonía. El silencio se puede no sólo escuchar sino ver mientras estableces una perfecta simbiosis con la naturaleza de la que llegas a sentirte parte en estos tiempos tan difíciles.
Simplemente observando desde el otro lado del cristal que te transporta a tantos sueños, descubres un lugar en el que abunda un tupido verde en forma de árboles, césped, ríos, lagos... Sin duda alguna esta visión tan natural contribuye a que Estonia sea uno de los países europeos cuya densidad de población es menor; 29, 8 habitantes/km2 concentrándose un tercio de su población en la capital: Tallinn.

Esa Estonia profunda y rural es la que conocí yo. Como buen país del norte de Europa no faltan las casas de maderas escoltadas por su descendiente a menor escala situada cerca del río o lago a modo de sauna. Pero tanta naturaleza no es óbice para que no falle la red de telefonía móvil ni de internet en cualquier bosque lejano. Si existen gnomos en Estonia estoy seguro que en sus casas tendrán conexión a internet por mucho que el pueblo cercano (que superen los 50 habitantes ya es un hito) se encuentre a kilómetros.

Pese a ser un pueblo del frío norte, es un pueblo pacífico. Como nota curiosa comparten el mismo himno que Finlandia, sólo cambia la letra. Es una sociedad muy amable, dispuesta a acogerte dentro de su comunidad. Si bien yo creo que al llegar tantos guiris juntos a tan remoto lugar debíamos ser la atracción turística.
Es un pueblo que defiende su indiosincrasia teniendo muy arraigado un pasado lleno de dolor por las miles de víctimas que fueron asesinadas durante la ocupación nazi y posteriormente rusa. Finalmente logró su independencia junto a las otras dos repúblicas bálticas en el año 1991, en la conocida revolución cantada siendo la única república ex soviética donde no se derramó ni una gota de sangre. Es por ello que se trata de una nación joven donde todavía permanece el recuerdo de las heridas pasadas.

Finalmente no puedo despedirme sin hacer mención de Tallinn, ciudad a la que me escapé el último día. Sólo 24 horas me sirvieron para enamorarme y comprender que se trata de una de las ciudades más bonitas, si no la que más, que he visitado. Su casco antiguo medieval custodiado por murallas, abraza las catedrales ortodoxa y protestante constituyendo uno de los lugares con más magia de este planeta.

Y con esta entrega termino mi periplo de viajero estival sin profundizar sobre la French Canada (Ottawa, Montreal y Québec), Niágara o Tallinn. Aunque alguna que otra foto iré compartiendo en este lugar.

* revolución cantada, revolución en la que la población se juntaba cantando himnos y canciones nacionalistas prohibidas en la época de la ocupación soviética.

Fotografía, Eistvere, 19 de agosto de 2007. Bruixot

lunes, noviembre 05, 2007

Aquella estrella de allá



Sé que este no es un escrito como te mereces, quizás con el tiempo pueda escribirlo, aunque sin lugar a dudas ningún texto estará a la altura tuya. Me hubiera gustado incluirte más canciones, un CD variado de los que tanto escuchabas y te gustaban. Incluso egoísta de mi pensé el "no estarás sola" de Ismael, pero sé que no te gustaba y habrías preferido cualquier otra canción de Disney, de cualquiera de las Comuniones que tanto te sabías, de los cumpleaños, o de algún CD de canciones del verano que me pedías al subir al coche y que cantabas, bailabas con cualquier micro improvisado. Siendo feliz con tan poco.

Quedará el aseo triste al no encontrarte allí, ni te llamaré al movil para que salieras a buscarlo o te tocaría las gafas para que te las limpiaras y poder ocuparlo yo. Seguro que me dirías "vete a....si no has....." y señalándome con el dedo te habrías reído y yo también lo habría hecho.

Ya no sabremos "¿dónde vamos mañana?" ni si te subes , ni nos pedirás que te llamemos al móvil, ni escucharemos esas palabras cuando te enfadabas, ni escribirás las fechas en mis cartas. Mañana, iremos a la playa, a natación, a la asociación, al campo, a todos los sitios... y tú siempre estarás con nosotros.

Brilla Jessi, brilla más
Te quiero

viernes, noviembre 02, 2007

Héroes de leyenda



El sábado pasado asistí al evento más multitudinario que he acudido en toda mi vida: el concierto de Héroes del Silencio. Y recalco que pude asistir, porque hice un viaje relámpago hasta Valencia, cogiendo a las 20:08 horas el tren que enlaza la capital del Turia con el circuito Ricardo Tormo, llegando a las 21 horas a la misma entrada del concierto (el concierto empezó a las 21:20). Fue gracias a ese tren que llegué a tiempo. Si hubiera optado por la carretera habría sido otro más de los miles que se quedaron presos en la maraña de automóviles intentando acudir al recinto.

Acostumbrado últimamente a los conciertos de teatro, pude disfrutar al máximo cantando las letras de cada una de las canciones, acompañado por toda una marea de gargantas. Encontré a los Héroes más maduros en el escenario, cierto es que la última y única vez que los había visto en directo fue hace 14 años en el Martínez Valero. Bunbury tenía la voz clara y limpia, el sonido era genial, el concierto espectacular. Lo malo es que no alcanzaba a verlos con la vista, sólo la pantalla que tenía enfrente, pese a estar situado justo en la mitad del aforo.

Una vez terminado el concierto, era difícil moverse ante tal marabunta. Volver la vista atrás significaba ver una riada humana. Ante tanta multitud llegó el caos para salir del aparcamiento. En la primera hora apenas pudimos avanzar cinco metros, después de más de tres horas llegamos a Valencia.

Pero estoy contento, pues disfruté mucho y canté más. Después de tanto tiempo de ausencia todo parecía como un sueño, algo inversosímil que pudiera suceder y allí estaba yo. Siempre podré decir que fui al último concierto de Héroes...al menos por ahora, aunque ya se sabe que "no hay nada parasiempre".