"don't sell the dreams you should be keeping
pure and simple everytime"
Pure. Lightning Seeds
Cada mañana lo primero que hace al incorporarse de la cama es encender su teléfono móvil. Introduce los cuatro dígitos de su contraseña a la espera de que éste le regale el tono de una conocida melodía, señal de que alguien compartía sus sueños mientras dormía. El sonido tarda en llegar, se hace de desear y ella ase el teléfono fuertemente mientras lo observa. Espera que su fuerza sea capaz de acortar la distancia de las ondas, de enviarle a él un grito para recordarle que la está esperando. Poco a poco pierde brillo la luz del teléfono. Otro amanecer se esfuma sin llamadas.
A mediodía después del trabajo regresa a casa. Impaciente saca las llaves de su bolso. Nerviosa otea la ranura sugerente de su buzón. Enfila la llave en la cerradura. Medio girohacia la derecha, y el buzón le muestra su vientre vacío. Lo cierra decepcionada. Asciende cabizbaja los 20 peldaños que le separan de su morada. Atraviesa las habitaciones hasta llegar al contestador. Descuelga el auricular con ilusión a la espera de recibir algún mensaje que le alumbre el día, que le produzca agujetas en ese corazón abandonado. Escucha una voz femenina a través de las ondas “su operadora le informa de que no tiene mensajes”, rápidamente cuelga el aparato y le invade en su estómago un fuerte sentimiento de desilusión.
Como cada noche, se tumba a oscuras en su cama mientras escucha de principio a fin un programa de canciones y poemas. Espera que los labios del locutor pronuncien su nombre, suene su canción. Pasan las horas y lo único que hace es ahondar sus celos al escuchar el resto de dedicatorias. Alimenta su soledad.
Pasaron los días y las noches repitiéndose el mismo rito. Día a día nuestra amiga se iba sumiendo más en la tristeza, se aislaba más del mundo.
Pero un buen día sin quererlo, le despertó un beso. Al volver del trabajo encontró el buzón empachado de cartas y postales. La operadora de su contestador no atinaba a encadenar los poemas en forma de mensajes que recibía, y cada noche antes de dormir era el susurro de un cuento lo que la adormecía. Ahora ella sonríe, nunca deja de soñar.
Fotografía. El beso del Hotel de Ville. Robert Doisneau
Exposición Doisneau. Milán, 18 de julio de 2005. Bruixot
Paranoias nocturnas. Bruixot, 25 de julio de 2006
3 comentarios:
Qué bonito...
Últimamente, yo también necesitaría un final de esos...
Un beso
Y yo, amenabitar. A ver si nos toca un día de estos...
:) q precioso, jay!
siempre esperando....
...algún día quizás todos seamos ella...
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