sábado, febrero 18, 2006

El rey del mundo


Extracto de, El rey del mundo. Maruja Torres. El País Semanal 18 de mayo de 2004

[…] Cuando yo era pequeña, la violencia doméstica no constituía una rareza, sino algo común: malo, pero aceptado con naturalidad, con resignación. Los curas ayudaban mucho, en sus confesionarios: “Aguanta por los hijos, porque prometiste obediencia, por la indisolubilidad del matrimonio, porque, aunque te pega, es un buen cristiano, viene a misa cada domingo”, aconsejaban aquellos buitres con faldas. Las mujeres allegadas a la víctima, suegras, cuñadas, hermanas, madres contribuían: “Al fin y al cabo, sólo se pone así cuando bebe. Un par de veces por semana, no más”.
Los niños nos habíamos acostumbrado a temer la ira de los hombres. “No hagas enfadar al tiet, ya sabes qué genio tiene” […]

[...]Por lo demás, escuchábamos boleros y coplas que nos instruían en la maldad de la Mujer; carne de puta y de traición; en la bondad de la Madre, y la superioridad inapelable del hombre, Rey de la Creación condenado a sufrir algún otro momento de debilidad por culpa de una de las lagartas contra las que ya le previno su santa madre.
Los malos tratos de entonces no trascendían. La ley franquista amparaba al macho. ¿Mataban ellos a sus mujeres como lo hacen hoy? Había mucho crimen pasional en los periódicos, creo recordar. Siempre en una dirección, de ellos a ellas. Si era al revés, se llamaba asesinato. Pues que la mujer sintiera pasiones tampoco estaba bien visto.

Tantos años después, han cambiado las músicas y las letras, pero siguen vigentes ciertos mensajes fundamentales que contribuyen a la construcción del modelo de futuro espécimen masculino frustrado. Los anuncios: coches y todo tipo de artilugios para quienes triunfan en la vida, mujeres que aparecen junto a los coches y a los artilugios como si admiraran y amaran para siempre al hombre que los posee.
Y las madres. Veo a algunas en el parque de juegos que tengo cerca de mi casa: “Corazón, no hagas caso de tu hermana; anda, súbete al trampolín”. “Nena, deja a tu hermano en paz, ¿no ves que es más pequeño, que es un chico? Anda, dale la pelota, no seas boba”.
¿Se prolongan esas actitudes en casa? ¿Se inocula la idea del triunfo futuro al que todo hombre tiene derecho por el simple hecho de existir y de ser el hijo de su madre; la incapaz de perdonarse por fracasar, la futura rabia, desviada hacia quien les abandona?
“Mamá, mira, he quemado el piso con esa zorra y sus hijos dentro. Mamá, ¡soy el rey del mundo!


.....

Lo realmente triste es que pasen los años y la historia siga repitiéndose. La cifra de víctimas lejos de disminuir continúa creciendo sin que nadie haga nada.


(Fotografía Iván Hidalgo. 18segundos. Exposición Fotoarte)

3 comentarios:

síl dijo...

ya ves, la historia sigue, y sigue con los mismos errores... y eso que somos los "civilizados"...

bruixot dijo...

Esperemos que algún día se tomen medidas civilizadas para acabar con el problema y no se queden en meras declaraciones o lamentos cuando ya nada se puede evitar.

Anónimo dijo...

Sinceramente creo q para nuestra generación no hay nada que hacer... La persona más machista que conozco es mi abuela(75 a.), y la segunda mi madre(45 a.). Aunque es verdad q intenta evitarlo, el subconsciente la traiciona y a veces me suelta alguna como "si, estando tú aquí va a coger tu padre el cepillo de barrer..." y luego intenta arreglarlo pero... su educación ha sido así y es la que también nos ha llegado a nosotr@s. Y aunque algun@s intentemos razonar y cambiar, la otra parte sigue estando demasiado cómoda en esa postura.
El futuro hay que cambiarlo en los niños, es nuestra responsabilidad enseñarles y educarles en el respeto y valores.