viernes, octubre 28, 2005

De aquí a la luna y volver
















Cuenta la leyenda que hace muchos años antes de la existencia de los humanos en nuestro planeta, vivían en un rincón de la selva africana un elefante y un ratón. Desde que ambos se conocieron y a pesar de sus diferencias físicas, ambos formaban una pareja perfecta. Ya saben que en la variedad se encuentra el gusto.

Una tarde mientras se encontraban paseando por la selva, bajo el respirar de los árboles y el susurro de las aves, seguían demostrándose las muestras de afecto mutuo. Ambos se disputaban por demostrar quién era capaz de ofrecer un amor más grande y profundo por el otro:

- Elefante, te quiero mucho. Afirmó el ratón
- ¿Cuánto me quieres? ¿A ver cómo de grande? Le preguntó el elefante.
- Te quiero desde aquí en la tierra donde estoy hasta encima de tu cabeza.
- Uum, cuanto me quieres – se sonrojó el elefante- Pues yo te quiero desde donde estás - En esos momentos el elefante cogió al ratón con la trompa, lo levantó hasta colocarlo sobre su cabeza –hasta aquí arriba.

El elefante había superado el amor inicial que el ratón le había mostrado. Pero el reto no acabó ahí. Cuentan las aves nocturnas de la selva que estuvieron la noche entera demostrándose quien quería más a quien. Y así pasaron días y ellos continuaban pues era tanto y tan grande el amor que sentían.

- Ratoncito, pues yo te quiero desde donde tú estás hasta la luna.

El corazón del ratoncito sentía uno de esos intensos gusanillos por todo aquello que le había dicho el elefante. No cabía de gozo ante tanta muestra de cariño. Pero a su vez tenía una profunda preocupación, pues no sabía como superar aquella muestra de afecto de su amado. Tras varios días sin descansar y mientras la cabeza del ratoncito le daba vueltas a como superar ese deseo, ambos cayeron rendidos y se durmieron entre la maleza.

A la mañana siguiente, con el despuntar de los primeros rayos de sol, unido al canto de las aves y el movimiento de los animales, el elefante despertó. Miró a su alrededor y buscó al ratoncito, pero éste había desaparecido. Tras buscar en todos los lugares y preguntar al resto de animales, ninguno sabía dónde había ido a parar. Le ayudaron. Los monos y tucanes buscaron en los árboles. Los avestruces bajo tierra. Leones y tigres recorrieron rápidamente cientos de kilómetros a la redonda. Los cocodrilos y los peces surcaron el agua. Pero el ratoncito no aparecía. Y así pasaron días y noches y el elefante estaba muy triste. Pensaba qué era lo que podía haber pasado. Llegó a la conclusión que quizás había ido muy lejos en su muestra de amor...ya se sabe el amor es muy caprichoso. Le gusta ser travieso y jugar, y no le gusta sentirse atrapado desde el primer momento. Al menos para algunos. Y eso es lo que pensaba la cabeza del elefante, que el ratón se había asustado.

Pasaron muchos días y más noches. El elefante se encontraba al borde de la desesperación. En una de esas noches despejadas en las que el cielo se encontraba cubierto de estrellas, el elefante andaba sin sentido de un lado para otro, sin brújula que lo guiara no sabía donde se encontraba ni que fecha era. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su cabeza ida. Cada animal que veía le parecía tener la misma silueta del ratoncito, e iba detrás de él con el corazón encerrado entre sus huesos, pero pronto se daba cuenta de que no era y el mundo se volvía a derrumbar a sus pies. Y buscó en todos los rincones de la selva, hasta que un día se dio por vencido.

De repente escuchó un susurro a lo lejos, parecía ser la música del viento al jugar con la naturaleza.

- Elefante, elefante!!

El elefante no acababa de reconocer con claridad que era el rumor que escuchaba, procedía desde una distancia muy lejana.

- Elefante elefante!

Ahora ya empezaba a reconocer esa voz familiar. Pensaba que era producto de su locura hasta que se cercioró. Le temblaba todo: las piernas, orejas, corazón, pero todavía no lo veía. Miró hacia al sur, le pareció encontrarlo en el este, lo buscó en el norte, mientras se revolvía al oeste, pero no lo veía.

- Elefante estoy aquí!

Entonces el elefante alzó la cabeza al cielo y pudo ver al como el ratoncito le saludaba..

- Elefante, te quiero desde la luna a la tierra!.

El elefante se debatía en lágrimas, pero su corazón era capaz de hacer burbujas de todos los colores, tal era su emoción que apenas pudo encadenar sus siguientes palabras.

- Ratoncito, y yo de aquí a la luna y volver.

Cuenta la leyenda que el elefante desplegó sus orejas y fue a buscar al ratoncito. Dicen los científicos que la luna está formada por cráteres y que cambia según su movimiento alrededor de la tierra...pero todo esto es ciencia y es cosa de científcos. La luna no es sino un gran queso cuyos agujeritos son sino los distintos caminos y habitaciones del paraíso creado por el ratón donde ahora viven los enamorados. Si la luna cambia de figura, es porque nuestros amigos han salido a pasear, y el elefante cubre con su cuerpo la luz que esta transmite.
Cuentan las amigas estrellas, que en esos paseos, todavía nuestra pareja de enamorados siguen apostando por ver quien demuestra un amor más grande por el otro.


Con el permiso de Jessica y las niñas canarias, resumen onírico-mental de una noche de julio a la luz de la hoguera de 2003 y una noche de verano sin sueño de 2005. Bruixot 2005.


“ I would fly to the moon and back if you’ll be…, if you’ll be my baby…” Savage Garden

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