Calles de Madrid, noche del sábado.
Tiene suficiente para no dormir.
Calles de Madrid. Quique González
Corría el verano de 2002 cuando realicé mi primera incursión por la capital de España, siempre y cuando descartemos Barajas como visita a Madrid. Es curioso como se puede pisar antes el Círculo Polar Ártico que la capital de tu propio país.
La estancia fue breve, apenas duró tres horas mientras esperaba el enlace de otro autobús que me llevaría como decía la canción camino Soria, o mejor dicho a un pueblo remoto de dicha provincia a participar en un campo de trabajo. En esos momentos sería el segundo en el que tomaría parte tras el de un pueblo de Teruel. Sufrí verdaderas odiseas para arribar a ambos, y os preguntaréis ¿Qué fuerza imanada es la que mueve a este hombre a elegir campos de trabajo en las provincias menos pobladas? Sinceramente no sé, fue fruto de la casualidad, aunque puedo gritar bien alto que Teruel existe y Soria ya. Gracias a ellos he disfrutado de sus encantos.
Retomando el hilo de la cuestión, no podía desaprovechar esas breves horas que me brindaba la ocasión para conocer la capital. Allí iba yo todo orgulloso con mis planos fotocopiados y mi mochila viajera cual Labordeta trotamundos.
Primer parada. El Retiro. Era uno de mis destinos soñados. Parque impresionante para los foráneos, en el cual enseguida comencé a no sentirme cómodo, pues los negritos aparecían por cada rincón y me llamaban. “chsss chss..” y yo me hacía el longui, dando media vuelta sin poder disfrutar de aquel entorno bucólico. ¿Sería que ligué en el Retiro? Ante esta situación opté por una Retirada rápida.
Segundo parada. Puerta del Sol. La verdad es que no encontré el km0, pese a que lo busqué. En posteriores visitas me resultó decepcionante. Pero divisé el oso y el madroño. Para una vez que voy no podía pasar por alto inmortalizar ese gran momento. Aprovechó la ocasión para decirle a un chico que pasa que me haga una foto. No contento con la osadía, le pregunto donde puedo ir a comer. Él me responde que suba por la calle Montera que hay buenos bares, lo que yo no sé que clase de comida es la que se refería este chico.
En esa primera visita, pese a que fui andando desde Retiro a Sol, me dio tiempo a visitar el Palacio Real, los jardines de Sabatini y Plaza Mayor. Incluso sobreviví sin errar en el metro. Días más tarde, al contar mis peripecias a la gente del campo, los madrileños se reían de todas estas aventuras, de mi ingenuidad y de que la visita podía haber terminado peor. Sin embargo me volví con la mochila llena de anécdotas.
Desde entonces he ido unas cuantas veces. He visitado muchísimos sitios más y la gente dice que me se orientar bastante bien.
Foto, una retirada a tiempo es una victoria. Retiro, 17 de junio de 2006
Paranoias nocturnas, bruixot 27 de octubre de 2006